Animales de compañía| 12/12/2018
Brindar bienestar a los animales domésticos sin hogar es todo un desafío
Por Andrea Vargas Malagón
Falta de alimento, hacinamiento, escasos recursos y quejas de malos olores y ruido excesivo, son solo algunos de los obstáculos que deben superar los propietarios de los albergues ubicados en el Valle de Aburrá, que en su interior dan techo y protección a aquellos animales de compañía que han sufrido maltrato y abandono.

Cortesía: Hogar de Alicia
En el Valle de Aburrá existen diversos lugares que albergan a cientos de animales de compañía con el fin de mejorar la calidad de vida que en algún momento les fue despojada o simplemente nunca tuvieron. Saber el número exacto de estos lugares y la cantidad de animales que acogen es prácticamente imposible porque, por un lado, se trata de instalaciones adecuadas y administradas por unos pocos que asumen la responsabilidad de toda la sociedad, y por el otro, saber con exactitud su ubicación generaría que más personas acudan a estos espacios con el fin de abandonar a más animales.
Paola Pineda, miembro de la organización sin ánimo de lucro Donatón, afirma que cada año, con el evento de recolección de alimento se logran beneficiar cerca de 5.000 animales que viven en los diferentes hogares de paso y albergues de Antioquia. Asegura además, que de todas las fundaciones que salen beneficiadas, tras previa inscripción a la jornada, entre 90 y 100 se encuentran en el Valle de Aburrá.
El Hogar de Alicia es uno de esos lugares que velan por el bienestar de los animales de compañía en condiciones precarias. Por lo general atraviesan por una situación de hacinamiento ya que albergan a 195 perros y 304 gatos a pesar de que la capacidad de las instalaciones es para 130 y 250 respectivamente.
Alicia Montiel, representante legal y administradora de la fundación, junto a su equipo de trabajo, son conscientes de que no pueden recibir más animales pero eso se hace difícil cuando las personas los dejan amarrados en las rejas a las afueras del albergue o los tiran por encima de las mallas. Además el hecho de que por cada cuatro o cinco animales que dan en adopción lleguen siete u ocho nuevos no ayuda a aliviar el problema.

Sostener un albergue como el Hogar de Alicia y brindar las atenciones necesarias a todos los animales que allí viven para garantizar su bienestar no es tarea fácil, ya que los gastos de funcionamiento son altos y los recursos son escasos. Según Montiel, para que su fundación opere en las óptimas condiciones se deben invertir mensualmente 31 millones de pesos para cubrir diferentes gastos:
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Alimentación
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Elementos de aseo
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Medicamentos e insumos veterinarios
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Pruebas de laboratorio
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Médico veterinario
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Salarios de los trabajadores
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Comida para los voluntarios
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Servicios públicos
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Cobijas y toallas para los animales
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Papelería
Rifas, planes de apadrinamiento, eventos de recolección, donaciones de dinero, alimento y enseres y venta de calendarios y accesorios para animales domésticos, son algunas de las estrategias de las que se tiene que valer el equipo de trabajo del Hogar de Alicia para reunir más de 30 millones de pesos cada mes, pues de ello depende el bienestar de los animales de compañía que tienen bajo su responsabilidad.
“A pesar de que hacemos todos estos eventos no logramos recoger el dinero suficiente, no podemos pagar a las personas que atienden directamente a los animalitos para hacerles aseo y darles la comida, nos toca a través de voluntariado, es un tema difícil porque los voluntarios no siempre están disponibles”, afirma Montiel.

Somos un medio de comunicación digital que busca promover el respeto por el bienestar de los animales y su derecho a ocupar un lugar en el planeta. Creemos que es posible aprender a tolerarnos y a convivir entre especies.
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El Hogar de Alicia no es el único albergue que pasa por estas dificultades, incluso existen otros que se han tenido que enfrentar a órdenes de desalojo a causa de las frecuentes quejas realizadas por los vecinos del sector que no soportan el olor y el ruido de los animales, y es que si para muchos, estos establecimientos son la salvación para los animales, para otros son la representación de la incomodidad. Tal es el caso del centro de rescate Los Ángeles que a principios del 2017 tuvo que enfrentarse al riesgo de tener que cerrar sus puertas y dejar a la intemperie a cerca de 200 perros.
Hoy, un año y medio después de lo sucedido, Ángela Patricia Reyes González, encargada del centro de rescate, afirma que a mediados de junio del 2017 tuvo que dar en adopción de forma apresurada a muchos de los animales y a otros tantos los dejó al cuidado de otras fundaciones y hogares de paso mientras buscaba un lugar para reubicarse. En la actualidad se encuentra con 130 animales en un nuevo lugar del que prefiere no revelar la ubicación porque no quiere repetir la misma historia. Es tal su desconfianza con este tema que incluso sus procesos de adopción los realiza a través de internet y ella misma lleva a los posibles candidatos hasta el hogar del posible adoptante.
Los albergues no son la solución
Si bien es cierto que los albergues parecen ser la solución más efectiva para atacar la problemática de animales de compañía abandonados, para el concejal animalista Álvaro Múnera, estos establecimientos no son una solución real para erradicar el problema de raíz, pues según él, los albergues públicos o privados se convirtieron en un foco de abandono y por lo general terminan en manos de señoras mayores que no cuentan con los recursos ni los medios necesarios para darle una buena calidad de vida a esos animales que acogen.
“Los albergues no son lo indicado, no estoy queriendo decir con esto que los tenemos que atacar, antes al contrario, estas señoras están sacrificando sus vidas por una causa de la cual la sociedad es culpable y ellas están asumiendo en muchos casos el papel que debe asumir el estado”, afirma Múnera.

Cortesía: Hogar de Alicia
Para el concejal, lo ideal es, en primer lugar acabar con la comercialización de animales de compañía e incentivar la adopción de animales domésticos mestizos, con el fin de minimizar el hacinamiento de los albergues y hogares de paso existentes. Además es importante que el cuidador que tome la decisión de tener un animal de compañía se comprometa con la esterilización del mismo para evitar que el animal se reproduzca de manera indiscriminada.
Frente a la situación actual y a la existencia de estos albergues, Múnera afirma que se deben dar todas las ayudas posibles, pues al fin y al cabo estos lugares están haciendo un bien a la sociedad al evitar que todos esos animales deambulen por las calles. “Ayudarles con todo porque es que ellos tienen a cargo unos seres vivos que no son culpables de estar ahí y estas personas se despojan de su egoísmo, de su status de vida, de poder viajar, de tener una vida tranquila para dedicarse a cuidar a los animales que la sociedad descarta”, concluye Múnera.