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Fauna y ciudad| 28/11/2018

Felinos silvestres habitan en el oriente del Valle de Aburrá

Por Andrea Vargas Malagón

Es una realidad, las laderas orientales del Valle de Aburrá son el territorio de grandes felinos. Pumas y jaguares transitan por los corredores de bosque del sector y en ocasiones no son vecinos gratos para quienes se dedican a la producción de ganado a pequeña escala.

8. Puma en cautiverio.jpg

Foto tomada por Diego Paniagua

Colombia es el segundo lugar con mayor biodiversidad en el mundo, así lo asegura el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, y es que, según sus cifras, nuestro país tiene un estimado de 56.343 especies entre fauna y flora, de las cuales 492 pertenecen solo a mamíferos. Ante esta realidad, es inevitable preguntarse ¿en dónde habitan tantos animales?, pues aunque muchos piensen que la fauna silvestre solo puede avistarse en lo más profundo del Amazonas, lo cierto, es que muchas de esas especies viven más cerca de lo que nos imaginamos.

Diego León Paniagua, médico veterinario que ha trabajado en proyectos relacionados con el manejo del conflicto entre humanos y felinos silvestres, asegura que lugares como el corregimiento de Santa Helena, San Cristobal, Caldas y todo el sector de las laderas orientales del Valle de Aburrá es territorio de pumas debido a que allí existen corredores de bosque que sirven de hábitat para estos animales.

“Hace algunos años creíamos que esos animales nunca iban a interactuar con los humanos debido a que la urbanización Valle de Aburrá se concentraba en las riberas del río Medellín y las pendientes no se consideraban para ampliarse. Sin embargo, ese territorio ya se ocupó y evidentemente algunas especies soportaron estas perturbaciones a su ecosistema y ahora viven con nosotros”, explica Paniagua.

Es tal la cercanía entre territorios que la interacción con estas especies desencadenó en un conflicto entre humanos y felinos silvestres, sobre todo en las zonas rurales donde existen actividades económicas basadas en la ganadería, ya que animales como vacas, caballos e incluso animales de compañía se convirtieron en parte de la dieta de los grandes felinos, situación que genera malestar entre los campesinos por las pérdidas económicas que esto representa y en muchas ocasiones la solución que encuentran es matar al animal para evitar la pérdida de su fuente de ingresos, poniendo así en riesgo la sobrevivencia de la especie.

6. Huellas de jaguar..jpg
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Huellas de jaguar. Foto tomada por Diego Paniagua

Según Diego Paniagua, las principales causas de este conflicto entre especies son:

  • Perdida del hábitat: Los seres humanos hemos ampliado nuestra frontera agrícola y pecuaria, cada vez deforestamos más bosques para sembrar más cultivos o para alimentar más ganado, hemos devastado los ecosistemas con el crecimiento demográfico,  la minería, los proyectos de infraestructura vial, entre otros, en otras palabras hemos invadido el territorio de otras especies.

 

  • El desconocimiento: No sabemos cuáles son los animales silvestres que nos rodean, no los conocemos y cuando no los conocemos y tememos a ellos, simplemente los ignoramos o tratamos de hacerlos a un lado, de desaparecerlos.

 

  • La cacería: Animales como chigüiros, dantas, cafuches, guaguas y armadillos son identificados por los grandes felinos como  fuente de alimento; sin embargo, nosotros generalmente cazamos estos mismos animales para nuestro propio consumo y comercialización, es decir, les arrebatamos sus presas.

A pocas horas de Medellín se encuentran los municipios de San Carlos y San Luis, lugares donde el conflicto con felinos silvestres es mucho más latente, pues en lo corrido del 2018 se reportaron 30 ataques de grandes felinos a ganado. Ante esta problemática, a inicios de febrero del 2018, la entidad ambiental Cornare implementó el proyecto Corredor del Puma y el Jaguar con el que pretenden crear un corredor biológico que funcione como una zona de tránsito para los felinos silvestres. “Se trata de un área boscosa que conecta dos áreas protegidas y la idea es que los animales se puedan desplazar libremente por esos cordones de bosque sin necesidad de que interactúen con el territorio de las personas”, explica Alejandra Bonilla, profesional de campo de Cornare y colaboradora en la coordinación del proyecto. Así mismo, Alejandra afirma que los bosques para crear este corredor biológico ya existen, el reto radica en que las personas a las que pertenece este territorio entiendan la importancia de estos animales en el ecosistema y permitan que los felinos transiten por estos lugares con total tranquilidad.

3. ternero cazado por un jaguar. ituango

Foto cortesía Diego Paniagua

Implementar el proyecto Corredor del Puma y el Jaguar no fue tarea fácil, según Alejandra los campesinos estaban a la defensiva, por un lado, debido a las pérdidas económicas que sufrieron por los ataques de los felinos y por el otro, por el miedo que les tenían, pues para ellos era inevitable pensar en que si un puma era capaz de matar y comerse una novilla, fácilmente podría hacer lo mismo con alguno de ellos. “Entrar a la comunidad fue complicado, al principio nos encontramos con comentarios como “si tanto quiere a ese animal, lléveselo” o “es que ustedes nos van a pagar los animales””, cuenta Bonilla.

A pesar de las dificultades y tras semanas de trabajo con la comunidad, a través de talleres y jornadas de sensibilización, al finalizar el 2018 se logró que el asesinato de los felinos dejara de ser una solución al conflicto por parte de los campesinos ya que en las fincas se implementaron herramientas de ahuyentamiento tales como luces, campanas, espantapájaros y explosiones de pólvora controladas, que mantuvieron a los felinos más alejados del ganado. Además la población entendió la importancia de este animal en el ecosistema y su derecho a hacer parte del territorio.

Con la implementación del proyecto matar al puma dejó de ser una solución para la resolución del conflicto. Los habitantes que conviven con estos animales dejaron de decir “vamos a matar al puma” y comenzaron a decir “Qué vamos a hacer””, concluye Bonilla.

“El día que se acabe el ganado, ese animal nos va a comer a nosotros”

El temor es un motivo más que usan los seres humanos para asesinar a los pumas, pues el miedo a convertirse en la presa de estos animales es mayor que el interés por aprender de ellos y conservarlos. Según Alejandra Bonilla, al poner en marcha el proyecto del corredor del Puma y el Jaguar, se hizo evidente que los habitantes de San Carlos y San Luis temían que los pumas un día decidieran cambiar el ganado por personas.

“Nosotros llegamos a escuchar comentarios como ‘El día que se acabe el ganado, ese animal nos va a comer a nosotros’ y lo que uno trata de manifestarles es que el puma no ataca a la gente, que ellos nos temen más a nosotros que nosotros a ellos”, relata Bonilla.

Largo del tronco (LT)_ 95 - 160 cm.jpg

Fuente consultada: "Los felinos colombianos 2012"

Según Diego Paniagua los pumas pueden generar miedo por su aspecto o porque tienen una mirada dominante, pero son animales inofensivos que no identifican a los seres humanos como una presa. “Ellos no tienen interés en comernos, de hecho nos ven a nosotros como un potencial enemigo y es precisamente por eso que evitan a toda costa una confrontación”, afirma Paniagua.

Tanto Bonilla como Paniagua concuerdan en que la mejor manera de erradicar el miedo hacía la fauna silvestre es enterarse de que animales conviven con nosotros, cuáles son sus funciones dentro del ecosistema y cuáles son  los reales peligros que representan. Si esto se logra, es muy probable que los miedos desaparezcan y nazca el interés por proteger y conservar los demás seres vivos que coexisten con nosotros.

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